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RAISG
03 de septembre de 2019
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”10278″ img_size=”full” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]De los 35,5 millones de habitantes que tiene la Amazonía, aproximadamente 1,7 millones de personas pertenecientes a unos 375 grupos indígenas viven en aproximadamente 3.344 territorios indígenas y 522 áreas naturales protegidas (ANP). Sus territorios se encuentran en todas las naciones amazónicas y cubren casi un tercio (30%) de la superficie terrestre de la región. Junto con las ANP (22%) protegen más de la mitad (52%) de los bosques amazónicos.
Los incendios forestales constituyen una grave y creciente presión para los ecosistemas boscosos de los países amazónicos y sus habitantes. Sin embargo, esto es cierto no solamente para la Amazonía, sino también para regiones como Pantanal, Cerrado, Chaco, Chiquitanía, Andes y la Costa, las cuales hasta ahora no han sido consideradas en su verdadera dimensión. Aunque hay mucho que investigar sobre los regímenes y el comportamiento del fuego en la Amazonía, desde la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) utilizamos la información disponible de los satélites (focos de calor y una estimación preliminar de cicatrices de quema) para visibilizar esta presión que está amenazando importantes áreas de conservación, como son las áreas naturales protegidas y los territorios indígenas.
La actividad humana, impulsada por políticas de cada país, es el detonante de las quemas e incendios forestales. Las causas principales están asociadas al uso inadecuado del fuego en las prácticas agropecuarias. La presión de estas actividades se ha incrementado considerablemente en los últimos años, impulsada por el crecimiento demográfico y políticas públicas en la región que incentivan el cambio de uso de suelo para alcanzar metas de desarrollo y producción de alimentos, con miras a satisfacer la demanda local e internacional. A estas presiones se suman los efectos ya evidentes del cambio climático, con condiciones más cálidas y secas que aumentan los riesgos de las quemas e incendios forestales.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”10275″ img_size=”full” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Si bien las cifras de agosto de 2019, a nivel regional, aún no han superado las cifras de todo el año 2010, donde se registró una de las mayores intensidades de quema e incendios forestales en la Amazonía en las últimas dos décadas, es muy importante tomar en cuenta que la temporada de incendios recién inicia, y que hay municipios en Brasil y Bolivia donde ya se han superado estos récords históricos. Además, las ANP y los territorios indígenas están siendo seriamente afectados por las quemas e incendios de las pasadas semanas.
Este año la Amazonía atraviesa una situación alarmante, por la magnitud y velocidad con que se están propagando estas quemas e incendios forestales, así como por las condiciones climáticas adversas que está enfrentando. Hoy las llamas son solo la parte visible, la advertencia de que nos podríamos estar acercando a un punto de inflexión, donde la combinación de políticas que incentivan el cambio de uso de suelo y el cambio climático intensifica la severidad de las quemas y los incendios forestales. De esta forma, pone en riesgo la funcionalidad ecosistémica de la Amazonia y, por lo tanto, los medios de vida de las poblaciones locales que la habitan.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”10230″ img_size=”full” alignment=”center” title=”Agosto de 2018″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”10236″ img_size=”full” alignment=”center” title=”Agosto de 2019″][/vc_column][/vc_row]