Un bosque es más que una serie de árboles. Con cada hectárea que desaparece, lo hace también el conjunto de relaciones que compone y ofrece este ecosistema; disminuye su capacidad de regular el ciclo hídrico y la temperatura; su capacidad de respuesta frente a la crisis climática se deteriora; entre otros.
Además, por cada hectárea perdida, la conectividad de casi media hectárea alrededor se ve afectada. Esta es una de las conclusiones del más reciente estudio realizado conjuntamente por la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) y la Alianza NorAmazónica (ANA).