Día Internacional de los Pueblos Indígenas: Un alerta mundial para protegerlos del SARS-CoVid-2

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10 de agosto de 2020

Wataniba

 

Hoy, como cada 9 de agosto, se conmemora el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, honrando la primera reunión que se realizó sobre pueblos indígenas por parte de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Para este 2020, en el que la pandemia del SARS-CoVid-2 se ha hecho presente en forma universal, pero que afecta aún más a colectivos vulnerables, dicha organización escogió un lema especial «COVID-19 y la resiliencia de los pueblos indígenas», para hablar de esa batalla que libran nuestros hermanos desde hace siglos con enfermedades y situaciones impuestas desde el exterior de sus comunidades y ante la que hoy se hace imperativo volver la mirada en forma especial y urgente, a fin de protegerlos de un nuevo etnocidio. Y más aún en Venezuela, donde esta pandemia llega con un sistema de salud precario y que se complica aún más cuando se habla de los territorios distantes donde habita la mayor parte de la población indígena.

La ocasión nos ofrece la oportunidad de visibilizar la existencia y necesidades de los pueblos indígenas y destacar varios aspectos que se suman y que requieren del acento en las acciones para el fortalecimiento en los procesos de autonomía, pero también aquellos esfuerzos que ayudan a consolidarlos.

Las últimas cifras que las organizaciones Wataniba-Orpía tenemos consolidadas a la fecha (no hay fácil acceso a la data en tiempo real), desnudan un drama que avanza cada día y sobre el que constantemente alertamos a las autoridades para que se frene su expansión. Más que celebrar, queremos convertir este día en una alerta mundial sobre lo que se cierne en la Amazonía venezolana: para el 19 de julio de 2020, había un total de 1.503 personas contagiadas por el SARS-CoVid-2 y cinco fallecidos, según los datos que nos ofrece el boletín de Wataniba-Orpia. De estos, 1.397 se concentran en el estado Bolívar, 63 en Delta Amacuro 63 y  47 casos en el estado Amazonas[1].

Ante este aumento de la amenaza debido a contagios de SARS-CoVid-2, los pueblos indígenas que habitan la región deben enfrentar una situación con un precedente extremadamente vulnerable, debido a la precariedad del sistema de salud venezolano, como ya hemos indicado líneas arriba, las dificultades para el ejercicio de la seguridad alimentaria, el incremento de la minería y actividades asociadas, la falta de implementos e insumos médicos para atender esa y otras enfermedades, agravando la posibilidades de atención sanitaria. Este breve comentario de la susceptibilidad a la que están sometidos los pueblos y comunidades indígenas en la Amazonía venezolana se ve materializada con 189 indígenas infectados[2], para el 02 de agosto, como lo expone el Boletín Wataniba-Orpia, es decir, alrededor 10-12% del total de personas contagiadas en esta región pertenecen a pueblos indígenas.

Pese a esta difícil situación, estos pueblos no están solos ni de brazos cruzados. A comienzos de la llegada de la pandemia a Venezuela, en abril de 2020, las organizaciones indígenas del estado Amazonas, con su organización aliada Wataniba, decidieron crear un equipo de trabajo a fin de hacerle frente al Covid-19, cuyas acciones y propuestas continúan avanzando, en un panorama que si bien es muy complejo, cuenta con la resiliencia de la que habla este año el lema de la ONU al que hemos aludido. Pero antes de entrar de lleno en el panorama venezolano, ofreceremos una visión de conjunto sobre la problemática indígena mundial, a fin de no perder las conexiones con una realidad que no es solo nuestra.

Fotografía: Wataniba / Jesús-Chucho-Sosa

 

Población indígena en el mundo

Si nos orientamos por algunos datos de la ONU, la cantidad total de indígenas representa un 5% de la población mundial, lo que equivale a 476 millones de indígenas, aproximadamente, distribuidos en 90 países[3]. Según los datos que aportó el primer estudio mundial sobre la pobreza entre los pueblos indígenas en el mundo en desarrollo, la mayor cantidad de población indígena está en China con 36% del total mundial; entre Asia meridional y Asia oriental se encuentra el 42%, mientras que el porcentaje restante, está distribuido en África con 7%, Arabia 5%, entre Canadá y Estados Unidos 1%, y en América Latina con el 8% de los indígenas del mundo, con un poco más de 35 millones aproximadamente[4].

Entre los 35 millones de indígenas de América Latina, existe un total de 247 pueblos en la Amazonía, según el Atlas socio-lingüistico[5]. Dicha población se ve expuesta a circunstancias desiguales, puesto que, se presentan ciertas dificultades para enfrentar sus necesidades más sentidas, así como, para encarar el nuevo coronavirus. En virtud de ello, en este día nos vemos invitados a mencionar los avances y obstáculos que a estos pueblos  les ha tocado encarar, en el ejercicio de su autonomía, en función de las circunstancias complejas de salud que implica la pandemia.

Indígenas en Venezuela

En Venezuela, el 2,8% de la población total es indígena, según datos del Censo Nacional de Población del año 2011, en el que se indica que más de 724 mil personas se auto-reconocen como indígenas[6].

En su carácter más amplio y general, los pueblos indígenas son expresión de una gran diversidad socio lingüística y cultural, componente indiscutible de nuestra identidad como país. Ellos conforman 59 pueblos, pertenecientes a las familias lingüísticas: Caribe, Arawaka, Tupi, Chibcha, Saliva, Yanomami, Guajibo e independiente que habitan en los estados Amazonas, Anzoátegui, Apure, Bolívar, Delta Amacuro, Monagas, Zulia, Lara, Falcón, y Mérida,  tanto en hábitat ancestral y tradicional, como en zonas semi rurales y urbanas[7].

Los derechos de los pueblos indígenas en el país, consagrados en el instrumento jurídico nacional e internacional, continúan siendo un compromiso pendiente, cuyas coordenadas están muy bien expuestas en la Carta Magna. Ellas están referidas a temas que los propios representantes indígenas definieron como fundamentales, y que fueron ampliamente debatidos por sus organizaciones en asambleas comunitarias y sectoriales al momento de redactar los derechos en la Constitución de 1999. Su contenido expone, en primer lugar, los derechos territoriales ocupados tradicional y ancestralmente; a la educación propia y la educación intercultural; eluso, desarrollo y revitalización de los idiomas; el empleo de la medicina tradicional como un derecho y un deber; al reconocimiento de saberes asociados a las tecnologías, tanto las tradicionales como las de carácter innovador; al uso de los recursos vinculados al manejo de fauna, plantas, ecosistemas; al reconocimiento y al  ejercicio de las técnicas agrícolas; al derecho a la consulta previa e informada sobre su vida presente y futura en la implementación de políticas o planes de cualquier naturaleza; como también aquellos referidos al pensamiento filosófico y político; aspectos ligados a sus diversas maneras de concebir el mundo, y a sus prácticas cotidianas.

No obstante, a pesar de que los derechos indígenas cuentan con un número considerable de instrumentos jurídicos, nacionales e internacionales, leyes orgánicas y específicas, convenios, etc., la correspondencia entre políticas públicas y marco jurídico continúa estando desfasada. Las leyes y las instituciones han implementado políticas públicas con criterios en el orden asistencial, paternalista, en muchos casos inconsultos y unilaterales, como es el referido al decreto del Arco Minero del Orinoco, creado oficialmente el 24 de febrero de 2016. Igualmente ha pasado con la explotación ilegal del oro en la cuenca del Caura (hoy parque Nacional Caura) y la Paragua en el estado Bolívar y en el Parque Nacional Yapacana en el estado Amazonas.

De manera similar, se presenta una precaria implementación de políticas educativas y de salud desde una perspectiva intercultural, para solo nombrar algunos ejemplos, en los que por omisión, y otras causas vinculadas a las prácticas institucionales, no se toman las medidas correspondientes que están contenidas en las leyes nacionales. Tales irregularidades se multiplican en el escenario nacional y con el pasar de los años, desgastan y obstaculizan la necesidad de establecer relaciones de respeto e igualdad fundamentadas en el ejercicio de la autonomía. Especialmente porque en la actualidad el avance de la pandemia, ahoga las posibilidades de atender efectiva y oportunamente el contagio al SARS-CoVid-2.

Fotografía: Wataniba

 

Tiempos de pandemia. Amazonía Venezolana

Queremos destacar que la Organización de Naciones Unidas, en el marco del Día Mundial de los Pueblos Indígenas, llama la atención sobre un tema que ha sido centro de reflexión y denuncia por parte de las organizaciones indígenas, especialistas, académicos y otras organizaciones civiles: el vínculo entre pandemia, daños ambientales, y derechos territoriales. Todo lo cual está asociado a la salud en virtud de la necesidad de contar con un territorio sano y vigoroso (libre de minería, grupos armados, contrabando, madereras), fuente de los recursos y conocimientos tan necesarios en estos tiempos de Covid-19. De modo que, como señalamos anteriormente, la relación entre el ejercicio de la autonomía es esencial para los pueblos indígenas en la atención a esta pandemia.

En la propagación mundial del SARS-CoVid-2, la Amazonía venezolana (estimada la población indígena de 245.244 personas para 2020[8]), constituida por los estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro, ha venido confrontando tal circunstancia en forma muy adversa, por la grave situación de salud y alimentación y el creciente número de muertes prevenibles que anteceden a su llegada. Esta situación que ha venido afectando a los pueblos y comunidades indígenas de la Amazonía venezolana, está caracterizada por la presencia de  tuberculosis, desnutrición en el caso de los Warao del estado Delta Amacuro; la malaria y tuberculosis para los estados Amazonas y Bolívar, distando mucho de lo que establecen las leyes y demás instrumentos jurídicos y políticos, pues, continúan siendo, según los indicadores de salud, el sector más excluido y subatendido de la población, especialmente los niños que, tienen mayor probabilidad de morir por enfermedades altamente evitables si son atendidas a tiempo como puede ser la diarrea, enfermedades respiratorias,  sarampión, difteria, desnutrición, parasitosis intestinales, anemia, hepatitis viral,  tuberculosis y malaria.[9]

Por otra parte tenemos, que la mortalidad infantil entre indígenas Warao o Yanomami oscila entre el 15 % y el 50 % de los niños nacidos vivos, muertes que en su mayoría ocurren antes de los cuatro años.[10]  Igualmente, la falta de acceso al agua potable, los cambios en la dieta, la falta de recursos económicos para la adquisición de alimentos y las políticas alimentarias inadecuadas[11] [12], son factores que han determinado la fragilidad de su sistema inmunológico.

Un ejemplo de ello, es la marcada incidencia del VIH, como lo refleja un estudio realizado en 2011, en ocho comunidades Warao de la zona de San Francisco de Guayo, cuya conclusión determinó una tasa de infección promedio de 9,55 %. La comunidad con mayor incidencia presentó una tasa del 22 %. El tiempo de duplicación de la población infectada se estima en 0,8 años, y la sobrevida de los pacientes enfermos no supera los 4 años.[13] También es de resaltar que la población Warao, como parte de nuestra Amazonía, presenta el índice más alto de tuberculosis en Venezuela, con 450 casos por 100.000 personas,[14] casi 20 veces mayor al promedio nacional (23,5/100.000).

Para el caso de los estados Bolívar y Amazonas, la epidemia de malaria se desarrolla con mayor incidencia, a consecuencias del contagio adquirido en las zonas mineras[15], en su mayoría situadas en territorios de ocupación tradicional de pueblos indígenas. En este contexto, la amenaza del Covid-19 anda de la mano del extractivísmo, atemorizando a las comunidades por la presencia de personas trabajando en las minas, así como, las actividades que se desprenden de la minería, como son el contrabando, la prostitución, el tráfico de drogas, entre otras que, han atraído un sin fin de gente ajena a los territorios de los pueblos indígenas, y con ello aumentando el riesgo al contagio de esta pandemia y otras enfermedades.

A esa situación se agrega, el deterioro de la capacidad instalada de los servicios de salud para la atención de los casos que se puedan presentar. Actualmente la carencia de medicamentos antimaláricos es generalizada, los casos aumentan más de 70 % al año y muchas muertes no se están registrando.

En medio de estas condiciones, que reducen la capacidad para responder adecuadamente frente esta enfermedad, los pueblos indígenas han impulsado una iniciativa, tal como lo indicamos en la primera parte de este artículo, a través de la Organización de los Pueblos Indígenas del estado Amazonas, en conjunto con Wataniba, para enfrentar tal problemática.

Fotografía: Wataniba

 

Estrategia Orpia-Wataniba para enfrentar el SARS-CoVid-2

Un esfuerzo realizado en el inicio de la pandemia, a mediados del mes de abril de 2020, fue la convocatoria entre las organizaciones indígenas del estado Amazonas, con su organización aliada Wataniba, para crear un equipo de trabajo a fin de hacerle frente al SARS-CoVid-2.

En virtud de esta alianza, se desarrolló una propuesta con el objetivo de implementar ‘un sistema de alerta temprana’ a partir de tres componentes: el primero, enfocado a la comunicación y difusión de una campaña de prevención para hacer accesible a las comunidades indígenas las recomendaciones y nociones básicas del SARS-CoVid-2; el segundo componente, dirigido a construir un servicio de monitoreo y seguimiento del SARS-CoVid-2 mediante el fortalecimiento de los canales de comunicación y la creación de los instrumentos de diagnóstico del coronavirus, y así, evaluar el status del virus dentro de las comunidades y territorios indígenas; el tercer y último componente, mediante la cartografía social se elaboró un conjunto de mapas mentales con la finalidad de identificar las capacidades sanitarias y comunicativas de las comunidades y pueblos indígenas, así como, estimular y apoyar las medidas de aislamiento comunitario de los pueblos indígenas.

A pesar de las condiciones adversas, el trabajo se desenvolvió desde  el fortalecimiento de la autonomía, a partir de la conformación del Equipo multiétnico promovido para estas circunstancias, coordinado por la Organización Regional de los Pueblos Indígenas de Amazonas, ORPIA y apoyados por el Grupo de Trabajo Socioambiental Wataniba, con miras a que las comunidades indígenas continúen ejerciendo con sus propios medios y alianzas, las acciones pertinentes para atender la emergencia de la pandemia.

Es importante destacar estas acciones, en medio de un ambiente que se deteriora por las continuas actividades de minería, arrastrando consigo culturas originarias y prácticas sociales debilitadas frente a la ausencia de las instituciones del Estado para hacer valer los diferentes derechos con los cuales gozan estos pueblos. Por lo tanto, es imprescindible el apoyo a este tipo de estrategias, y otras más, que refuercen los destinos que labran las organizaciones indígenas para atender sus comunidades y sus pueblos; también hacer un llamado al sistema de salud nacional y regional, a otras organizaciones indígenas, autoridades tradicionales, organizaciones civiles, y académicas para enfrentar desde múltiples direcciones la compleja situación que se asoma en el sur del país y que exige un acompañamiento de diferentes agentes regionales y nacionales.

De esta forma, conmemorar tan importante onomástico como el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, no se quedará tan solo en una fecha más.

 


[1] Wataniba-Orpia. (7 Ago. 2020). Observatorio CoVid-19 en la Amazonía venezolana. Caracas, Venezuela: Wataniba-Orpia 2020, Boletín 8.

[2] ‘‘… de acuerdo a fuentes venezolanas, los contagios en el estado Bolívar se encuentran alrededor de 153 personas, pertenecientes al pueblo Pemón. En el estado Delta Amacuro, se plantea que existen cinco casos de personas contagiadas que pertenecen al pueblo Warao. En el estado Amazonas se reconocen 26 casos, pertenecientes al pueblo Kurripaco (3), pueblo Yeral (6) y 17 indígenas cuyo pueblo de origen no ha sido especificado» (Orpia-Wataniba. Boletín 8, 7 Ago. 2020).

[3]  ONU. 2020. Necesitamos a los indígenas para conseguir un mundo mejor, https://www.un.org/es/observances/indigenous-day/

[4] Indigenous Peoples, Poverty, and Development. 2012. Cambridge University Press.

[5] Sichra, I. (Coordinadora). 2009. Atlas sociolingüistico de pueblos indígenas en América Latina. Ecuador: UNICEF y Funproeib Andes.

[6]  Instituto Nacional de Estadística, INE. (1 Oct.2013). La población indígena de Venezuela: Censo 2011. (Boletín online 1,1), http://www.ine.gov.ve/documentos/SEN/menuSEN/pdf/

[7](1) Caribe: 1. Kariña 2. Cumanagoto 3.  Eñepa 4.Pemón 5.Yabarana 6.Arawako 7. Wanaí/Mapoyo 8.Chaima 9. Yukpa 10. Japreira11.Ye’Kwana.

Arawak: 11.Baniva 12. Baré 13. Curripako 14. Piacoco 15.Warekena 16. Wayúu 17. Añú 18.Arawak

Independiente: 19. Puinave 20. Pumé 21. Warao

Tupí: Ñengatú/Yeral

Chibca: 23. Barí

Saliva: 24. Jodï 25. Mako26. Wotjuja/Piaroa

Yanomami: 27.Yanomami 28. Sanema 29.Yanam 30. Yanomam 31. Shirianá

Guajibo: 32. Hiwi 33. Kuiva

Otros pueblos en proceso de revitalización: 34. Sape 35. Ayamán 36. Amorua 37. Guazabara 38. Gayón 39. Timotes 40. Kubeo 41. Uruak/Arutani

Pueblos indígenas de orígenes extra territoriales 42. Inga

[8] Fuente: Wataniba 2020. Datos proyectados sobre la base de los Censos de Población y Vivienda 2001 y 2011 del Instituto Nacional de Estadísticas.

[9] Freire G (2007) Introducción, en Freire G y A Tillett (eds.) Salud Indígena en Venezuela. Vol. 1. Caracas: Ministerio del Poder Popular para la Salud. Pág. 15.

[10] Ibíd. Pág. 14.

[11] Vitti M (2016) Hambre y desnutrición en comunidades indígenas de Venezuela. Revista SIC, 788. Disponible en http://revistasic.gumilla.org/2016/hambre-y-desnutricion-en-comunidades-indigenas-de-venezuela/

[12] Barreto DJ y PJ Rivas (2007) Los Pumé (Yaruro), en Freire G y A Tillett (eds.) Salud Indígena en Venezuela. Vol. 2. Caracas: Ministerio del Poder Popular para la Salud. Pp. 247-329.

[13] Villalba JA. et al. (2013) HIV-1 epidemic in Warao Amerindians from Venezuela: spatial phylodynamics and epidemiological patterns. AIDS, 27:1783-91.

[14] Fernández de Larrea C, Fandiño C, López D, del Nogal B, Rodríguez N, Convit J, Araujo Z y de Waard J (2002). Tuberculosis en Menores de 15 años en la Población Warao de Venezuela. Investigación Clínica, 43(1):35-48.

[15] World Health Organization (2017) World Malaria Report 2017. Geneva: WHO. Disponible en: http://www.who.int/malaria/publications/world-malaria-report-2017/report/es/

 

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