El Universo
15 de marzo de 2021
Un reciente estudio determinó que la selva amazónica ahora arroja más gases de efecto invernadero de los que puede almacenar. El análisis muestra que el impacto neto en el medioambiente de esta selva tropical, el lugar con mayor biodiversidad del mundo, se ha vuelto negativo como resultado de las acciones humanas, se indica en una publicación del sitio web Daily News.
La deforestación, los incendios ilegales y la ganadería han provocado un aumento de las inundaciones y sequías, lo que significa que el bosque ahora arroja niveles más altos de metano y óxido nitroso, además, absorbe menos dióxido de carbono.
El CO2 ha sido el foco de la mayor parte de las investigaciones anteriores sobre la influencia del Amazonas en el calentamiento global, ya que es el gas de efecto invernadero más abundante en la atmósfera y el Amazonas es el mayor ‘sumidero de carbono’ del mundo. Por lo tanto, el ciclo del carbono se ha colocado firmemente en el centro de la discusión en torno a la actual crisis climática.
¿Cómo se desarrolló la investigación?
Un estudio, el primero en su tipo, analizó todos los factores que pueden afectar las emisiones de todos los gases de efecto invernadero y descubrió que, en general, la Amazonía puede haber pasado de ser parte de la solución a ser parte del problema.
A los investigadores financiados por National Geographic se les asignó la tarea de analizar datos preexistentes sobre el impacto ambiental de la selva amazónica. Se reunió un equipo de más de 30 científicos y sus hallazgos se publicaron recientemente en la revista Frontiers in Forests and Global Change.
Los especialistas señalan que debido a la complejidad del ecosistema amazónico, las predicciones y los modelos son difíciles de crear y por lo tanto tienen altos niveles de incertidumbre.
“Concluimos que el calentamiento actual de agentes distintos del CO2 (especialmente el metano y el óxido nitroso) en la cuenca del Amazonas compensa en gran medida, y muy probablemente excede, el servicio climático proporcionado por la absorción de CO2 atmosférico”, escriben en su artículo.
También encontraron que la mayor parte de la influencia humana en la región ha llevado a un empeoramiento de la situación. En el documento explican que la gran cantidad de árboles en el bosque absorben dióxido de carbono del aire a medida que el follaje lo convierte en energía a través de la fotosíntesis.
Por ejemplo, los investigadores dicen que el Amazonas “es una de las mayores reservas de carbono de los ecosistemas de la Tierra” y almacena hasta 200 gigatoneladas de carbono, equivalente a todas las emisiones de carbono producidas por los seres humanos durante cinco años. Una gigatonelada equivale a 1.000′000.000 de toneladas.
Sin embargo, el ecosistema complejo genera muchos más impactos inesperados, muestra de esto es que los árboles amazónicos por sí solos emiten el 3,5 por ciento de todo el metano global a través de una variedad de formas.
Uno de esos mecanismos es que esto sucede porque la cuenca a menudo se inunda, y esto hace que el agua suba por los árboles. Por lo tanto, las bacterias del suelo que producen metano se liberan de su hogar subterráneo y el gas que fabrica se canaliza directamente a la atmósfera. El metano es aproximadamente 80 veces más eficiente para atrapar el calor en la atmósfera que el CO2.
Las emisiones de metano también se están disparando en el Amazonas porque los árboles se talan ilegalmente para hacer espacio para las granjas de ganado. Estas vastas áreas están llenas de miles de vacas que notoriamente producen grandes cantidades de gases de efecto invernadero en su flatulencia.
Como resultado de tales mecanismos, los investigadores dicen: “Un enfoque continuo en una única métrica (es decir, la absorción y el almacenamiento de carbono) es incompatible con los esfuerzos genuinos para comprender y gestionar la biogeoquímica del clima en una cuenca del Amazonas que cambia rápidamente”.
¿Es posible revertir esta problemática?
Los investigadores dicen que el daño causado al Amazonas aún se puede revertir con acciones como detener el uso de petróleo, carbón y otros combustibles fósiles que ayuden a este fin.
Sin embargo, la única acción que se debe tomar para que la Amazonía se convierta en un activo climático y no en un flagelo es detener la deforestación.
“Tenemos este sistema en el que hemos confiado para contrarrestar nuestros errores, y realmente hemos excedido la capacidad de ese sistema para brindar un servicio confiable”, dijo a Nat Geo la coautora Fiona Soper, profesora asistente de la Universidad McGill.