La Vanguardia
17 de junio de 2022
Robert Mur
La confirmación del asesinato en una zona remota de la Amazonia de Brasil del periodista británico Dom Phillips y el indigenista brasileño Bruno Pereira ha hecho aflorar de golpe muchas de las miserias que arrastra el gigante sudamericano. También miserias políticas, tras las declaraciones “crueles e insensibles” al respecto del presidente ultraderechista del país, Jair Bolsonaro.
Los crímenes fueron cometidos por Amarildo y Oseney da Costa Oliveira, dos hermanos que practicaban la pesca ilegal en la reserva indígena del Valle del Yavarí, actividad por la que habían sido recriminados reiteradamente por Pereira. Tras ser sorprendidos pescando por Phillips y Pereira, los hermanos decidieron matarlos, quemarlos y enterrarlos en la selva, en un lugar al que Amarildo –que llevaba varios días detenido como sospechoso- condujo a la policía el miércoles, poco después de confesar. Además, los asesinos hundieron la barca en que se desplazaban las víctimas.
Estaba previsto que los restos mortales llegaran anoche a Brasilia por vía aérea después de que arribaran en barca al puerto fluvial de la localidad de Atalaia do Norte, a casi 2.800 kilómetros de la capital.
Phillips, de 57 años, y Pereira, de 41, desaparecieron el 5 de junio cuando navegaban por el río Ituí para visitar varias comunidades de indios en el Valle del Yavarí, una de las mayores reservas indígenas protegidas de Brasil, situada en el estado de Amazonas. Este vasto e inaccesible territorio, donde aún subsiste alguna tribu no contactada se ve azotado, como toda la Amazonia, por actividades extractivas ilegales como la pesca y la caza –que afecta a especies protegidas-, así como la tala y la minería. Pero además, es una importante ruta para los narcotraficantes de cocaína debido a su proximidad con las fronteras colombiana y peruana.
Los asesinatos han causado conmoción en Brasil. Distintas oenegés ambientalistas, indigenistas o defensoras de los derechos humanos han pedido al Gobierno una investigación exhaustiva. Además, Amnistía Internacional (AI) se sumó especialmente a las críticas recibidas por Bolsonaro quien, cuando aún no se habían localizado los cuerpos, trató con indolencia a los dos desaparecidos, criminalizándolos y tratándolos de imprudentes. «Los crueles e insensibles comentarios del presidente Bolsonaro son un ejemplo de la insensibilidad de las autoridades en la gestión de la búsqueda de los dos hombres», declaró la directoria de AI para las Américas, Erika Guevara.
Bolsonaro había dicho que «ese inglés era mal visto en esa región, porque hacía muchos reportajes contra los garimpeiros (mineros ilegales) y el tema ambiental». El mandatario añadió que “decidieron entrar en un área totalmente inhóspita, solos, sin seguridad” y que «es muy temerario andar por esa región sin estar debidamente preparado, física, mentalmente, con armamento debidamente autorizado». Siempre antes de que se hallaran los cadáveres, el líder ultraderechista aseguró que “todo indica que los mataron” y que “poca cosa va a sobrar” de sus cuerpos, dando por sentado que estaban en el río.
No era la primera vez que las víctimas, que habían recibido múltiples amenazas, se adentraban en la zona más recóndita del Valle del Yavarí. Colaborador habitual del diario británico The Guardian, Phillips también había escrito crónicas desde Brasil –donde vivía desde hace quince años- para otros medios anglófonos como The New York Times, The Washington Post y Financial Times. Ahora trabajaba en un libro sobre las amenazadas poblaciones indígenas de la Amazonia, ayudado por Pereira, experto en estas comunidades y que había sido coordinador regional de la Fundación Nacional del Indio (Funai), el organismo gubernamental encargado de las políticas respecto a los pueblos originarios.
Human Rights Watch (HRW) exigió en un comunicado que “la investigación esclarezca las circunstancias y la motivación del crimen y todos los incriminados sean responsabilizados», además de pedir medidas “inmediatas y contundentes» para combatir la «ilegalidad y redes criminales en la Amazonia».
Por su parte, el director de Greenpeace en el Reino Unido, Pat Venditti, indicó que “estos hombres valientes, apasionados y decididos fueron asesinados mientras realizaban su trabajo vital de arrojar luz sobre las amenazas diarias que afrontan los pueblos indígenas en Brasil mientras defienden su tierra y sus derechos. «Los asesinatos fueron los últimos de una serie creciente de ataques brutales contra defensores ambientales y comunidades indígenas que han convertido la Amazonía en una vasta escena del crimen», agregó Venditti.
Paralelamente, André Trigueiro, uno de los periodistas ambientales más reputados de Brasil, cuestionó que en la rueda de prensa donde la policía y diversas autoridades comunicaron el esclarecimiento del caso no había ningún representante indígena, a pesar de la participación de los indios fue indispensable tanto para ayudar en la búsqueda de los desaparecidos –al principio-, como para facilitar el acceso a la policía hasta el remoto lugar donde se hallaron los cuerpos. “El desprecio histórico de Brasil por los indígenas se materializó en esa rueda de prensa”, dijo Trigueiro en TV Globo. “Bruno Pereira luchaba” contra ese “desprecio histórico”, agregó.
Desde Londres, los familiares de Phillips emitieron un comunicado donde expresaban su agradecimiento “a todos los que participaron en la búsqueda, especialmente a los grupos indígenas que trabajaron incansablemente para encontrar pruebas del ataque”.