Organización Panamericana de la Salud
Noviembre, 2022
La OPS organiza cada año en Venezuela tres viajes para llevar jornadas de vacunación y servicios de salud a 22 etnias indígenas que habitan en las profundidades de los bosques tropicales del estado Amazonas, en el extremo sur del país.
Para comunidades de 22 etnias indígenas que habitan en el estado venezolano de Amazonas, visitar un centro de salud es un desafío complejo.
Algunos de sus poblados, incrustados en la espesura del bosque tropical, se encuentran a ocho días de navegación por el caudaloso río Orinoco y sus afluentes, un viaje que, además de desafiante, les resulta inasequible.
Los trabajadores de la salud que los visitan tres veces al año son de los pocos funcionarios que llegan a estos territorios remotos, cercanos a las fronteras con Colombia y Brasil en el extremo sur de Venezuela.
Desde la comunidad de Caño Grulla en el municipio Autana, Rosales Castillo, de la etnia piaroa, dice que se emociona cada vez que ve llegar las cuadrillas de salud:
Tengo veinte años viviendo aquí, veinte años sin electricidad, pero al menos es bueno saber que alguien se acuerda de nosotros.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) organiza estos viajes en la temporada de lluvia, entre julio y noviembre, cuando el Orinoco permite a los barcos surcar sus aguas. El objetivo es que el personal del Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS) pueda llevar a estos lugares vacunas y servicios de diagnóstico y tratamiento de la malaria, desparasitación y atención de enfermedades como oncocercosis y tracoma.
El segundo de los viajes este año se inició el 17 de septiembre. Cuatro embarcaciones artesanales de pescadores, llamadas bongos, partieron con recorridos independientes desde el puerto de Samariapo, en el municipio Autana, donde está el último camino asfaltado del sur del país.
No es nada fácil armar la logística. Para un viaje de quince días por el Orinoco y sus afluentes se requieren al menos 6.000 litros de gasolina, cuatro embarcaciones con 5.000 kilos de capacidad y 12 motores fuera de borda, mil kilos de comida, cinco plantas eléctricas, cuatro congeladores, permisos de zarpe, de cabotaje, de la Capitanía de Puertos, de la autoridad de impuestos, entre otros.
Cada bongo transportó 17 personas y abarcó distintos municipios de Amazonas: uno fue para Alto Orinoco, otro para Manapiare, otro para Río Negro y Maroa y un último para Autana y Atabapo. Llevaban más de 32.000 dosis de vacunas de rutina y 7.000 de COVID-19.
Ocho días para llegar
El Orinoco, cuyo nombre en lengua warao significa “lugar donde se rema”, puede llegar a tener más de 20 kilómetros de ancho en ciertos tramos.
En sus más de 2.100 km de recorrido hacia el Atlántico, atravesando bosques lluviosos y extensas sabanas, habitan delfines rosados (toninas), caimanes gigantescos o perros de agua. Pero este es un viaje que más vale no idealizar.
Vicente Baretta, que apoyó a la OPS en el despliegue de esta movilización, relata las dificultades que implica: “La mayoría no sabe que dentro de Venezuela existen comunidades a las que necesitas ocho días para llegar. Organizar una jornada así presenta problemas que desde afuera ni se imaginan, como que se deben comprar freezers nuevos para cada viaje, porque el bamboleo de quince días seguidos suele dejarlos inservibles”.
Él tiene todo muy bien calculado, porque no puede permitirse llevar peso de más. Sabe que son ocho cartones de 30 huevos por cada bongo, que el pollo, el pescado y la carne durarán menos de una semana y que los últimos ocho días deben sobrevivir con comida enlatada.
Y aunque el peso en cada embarcación es de unas cinco toneladas, hay una que requiere muchos más insumos, la que llega hasta San Carlos de Río Negro. El viaje implica más kilómetros de recorrido con corrientes más fuertes, por lo que no lleva una planta eléctrica sino dos, y sus tripulantes deben pernoctar tres días en el río.
La participación local: esencial para llegar a más personas
Para superar las barreras idiomáticas con estas comunidades, el personal del Ministerio se apoya muchas veces en traductores para comunicarse con los capitanes de cada comunidad -como se llama localmente a los líderes indígenas-. En las zonas más lejanas, donde no se habla español, los capitanes cuentan con al menos un traductor.
En muchos casos, los mismos trabajadores del Ministerio pertenecen a las etnias y facilitan la organización de las jornadas y la aproximación a las personas que reciben los servicios.
Teodoro López, de la etnia yekwana, es uno de los vacunadores que llegó hasta San Carlos de Río Negro, y asegura que conoce Amazonas muy bien: nació en la comunidad Toky, en la parroquia Marawaka de Alto Orinoco, y aunque hoy vive en Puerto Ayacucho, la capital del estado, ha vacunado a personas de las 22 etnias de Amazonas en sus 24 años de trabajo. E incluso más, porque ya desde niño acompañaba a su padre, también enfermero, en estos abordajes de salud.
Relata haber visitado a yanomamis y yekwanas en el Alto Orinoco, piaroas, jivis y macos en Manapiare, kurripakos, barés y banivas en Río Negro y Maroa, y finalmente en Autana a los barés, los banivas, los piaroas y los kurripakos.
Siguiendo esta estrategia, la expedición de septiembre alcanzó 126 comunidades. Se aplicaron 4.406 dosis de la vacuna contra la COVID-19, 1.709 de la vacuna de polio oral y 1.450 de sarampión y rubeola.
La OPS organiza el tercer abordaje fluvial del año a estas y otras comunidades remotas del estado Amazonas para la segunda quincena de noviembre de 2022.
A pesar de dormir en hamaca 15 días corridos, del calor húmedo y los mosquitos, Rosa Betancourt, coordinadora del bongo que viajó en septiembre a Alto Orinoco, cree que este es un esfuerzo que vale la pena: “Esta vez fuimos al brazo Casiquiare. Hace más de 10 años que ninguna comisión de salud llegaba hasta allá”.
Ella incluso insiste en que estas jornadas deberían durar 20 días y no 15, y así poder llegar a Chalbaud, donde nace el Orinoco: “Ojalá la próxima vez podamos ir hasta allá”. Un viaje que debe hacerse antes de que comience la temporada de sequía a finales de noviembre y sea imposible navegar.
La OPS trabaja con autoridades de salud, gobiernos locales y comunidades para promover el acceso equitativo a las vacunas de COVID-19 en toda América. Con fondos del Gobierno de Canadá, los Estados Unidos de América y otros socios clave, la OPS apoya y visibiliza proyectos e intervenciones para llevar las vacunas a pueblos indígenas, migrantes, comunidades de difícil acceso y otras poblaciones en situación de vulnerabilidad, a la vez que aumenta las capacidades de los sistemas de salud locales y combate la infodemia
Tomado de: https://www.paho.org/es/historias/expedicion-orinoco-llevando-salud-lo-mas-recondito-amazonia-venezolana