Varias entidades bancarias han financiado a la industria fósil con 11.000 millones de dólares en los últimos 15 años. Entre ellos, Banco Santander ha participado en 95 operaciones y ha invertido más de 1.270 millones de dólares en seis años.
LA MAREA
26 de julio, 2023
AIDA CUENCA
La Amazonia lleva décadas siendo víctima de la quema de combustibles, la contaminación por vertidos, la tala de árboles y la pérdida de su biodiversidad. Hace poco más de un año se supo que todas estas acciones estaban acercando a este ecosistema único a un punto de inflexión en el que las pérdidas serían irreversibles. Aun así, el sector petrolero y de gas sigue explotando el territorio. Mayoritariamente, financiado por unos pocos bancos.
JPMorgan Chase, Itaú Unibanco, Citibank, HSBC, Banco Santander, Bank of America, Banco Bradesco y Goldman Sachs. Estos ocho bancos son los dueños del 55% del financiamiento destinado a acuerdos relacionados con la explotación de combustibles fósiles en Perú, Colombia, Brasil y Ecuador durante los últimos 15 años. En total, 11.000 millones de dólares invertidos en actividades petroleras y de gas que han propiciado que la selva tropical haya perdido más del 75% de su capacidad de recuperarse de fenómenos meteorológicos extremos en las últimas décadas.
La organización ambiental Stand.earth y la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) han revelado estas cifras en una investigación llamada Las Ganancias del Colapso, publicada este martes junto a la primera base de datos pública en la que se pueden ver todos los bancos involucrados en acuerdos de suscripción de préstamos y bonos para empresas dedicadas al desarrollo de pozos petroleros, exploración, producción y el transporte y almacenamiento de petróleo y gas en la Amazonía.
Los bancos que más financian la destrucción del Amazonas
Estas entidades representan apenas el 5% de los bancos hallados en operaciones petroleras y de gas en el territorio.
«En octubre de 2020 nos comprometimos a alinear sectores clave de nuestra cartera de financiación con lo que consideramos los objetivos principales del Acuerdo de París […]. Para cumplir nuestro compromiso, estamos fijando objetivos de reducción de la intensidad de las emisiones a nivel de cartera en sectores seleccionados que se ajustan a vías de reducción de emisiones basadas en datos científicos». Este párrafo se puede leer en el apartado de sostenibilidad de la página web de JPMorgan Chase. Los demás bancos tienen textos muy parecidos sobre sus respectivos compromisos medioambientales.
Los hallazgos de la investigación contradicen estas palabras. Los estudios de caso incluidos en Las Ganancias del Colapso ilustran cómo cada uno de estos grandes bancos ha participado en acuerdos que amplían la producción de petróleo y gas en la Amazonia. Un plan destacable es el del desarrollo de la mayor bomba de carbono del territorio, el Complejo de Gas de Parnaiba, capaz de liberar dos gigatoneladas de carbono durante su vida útil. Según la Agencia Internacional de la Energía, esta expansión no es compatible con el objetivo de mantener el calentamiento global bajo control, a pesar de que los compromisos climáticos de los bancos afirman alinearse con la ruta de 1,5 ºC.
Más allá del financiamento directo, el estudio también revela que existen flujos de dinero indirectos a empresas petroleras y de gas en la Amazonia y que son más difíciles de rastrear. «La opacidad de los datos financieros y la debilidad de las políticas bancarias de riesgo ambiental y social pueden crear las condiciones idóneas para que el financiamiento fluya hacia la producción de combustibles fósiles, incluso cuando los bancos asumen compromisos explícitos en materia de clima, derechos humanos y biodiversidad», afirma.
Banco Santander, el gran aliado de los proyectos más destructivos
La entidad bancaria española se coronó el año pasado como líder mundial en financiar la extracción de petróleo y gas en la Amazonia. En los años investigados no ha bajado del pódium, aunque sí ha desescalado algunas posiciones: es el quinto mayor banco que financia de manera directa la explotación fósil del territorio.
El estudio estima una financiación de más de 1.270 millones de dólares solo desde 2017. También es el séptimo mayor financiador de financiación indirecta, con una inversión estimada de 13.900 millones de dólares desde 2009. Estas cifras se publican justo cuando Santander cierra el mejor primer semestre de su historia con unas ganancias de 5.241 millones hasta junio.
En total, el banco de Ana Botín ha participado en 95 operaciones en los últimos 15 años, y ha desempeñado un papel protagonista en el 76% de las ocasiones. Tales operaciones incluyen perforadoras petrolíferas como la de Petroquímica Comodoro Rivadavia, que explota bloques petrolíferos en la Amazonia ecuatoriana, así como la financiación de Eneva SA, propietaria del complejo de gas en Parnaiba.
Asimismo, la investigación denuncia que Santander es un gran patrocinador de empresas petroleras estatales, como PetroBras, Ecopetrol y Petroperú. Esta última es dueña de la refinería de Talara. El banco se encargó de financiar su modernización con casi 1.000 millones de dólares. Estas obras incluyen la ampliación de la producción diaria de la refinería y el procesamiento del petróleo de la Amazonia peruana. También proporcionó financiación de proyecto para la Refinería Pampilla de Repsol en Perú en 2016, alimentada de casi 52 millones de barriles de crudo de la Amazonia ecuatoriana.
Los pueblos indígenas luchan contra el extractivismo
La Amazonia en sí no es la única en peligro. La gente que la habita también corre grandes riesgos por culpa del extractivismo. «La expansión petrolera en la Amazonia es una amenaza latente para los territorios indígenas y ecosistemas vitales en Perú, Ecuador, Brasil y Colombia. Pero, además, pone en riesgo a decenas de Pueblos Indígenas no contactados cuya existencia depende de la intangibilidad de sus territorios», asegura Fany Kuiru, Coordinadora General de COICA.
«La degradación y deforestación combinada nos enfrenta a un punto de no retorno inminente que para nuestros pueblos se traduce en enfermedades crónicas consecuencia de la contaminación, en la pérdida de nuestra soberanía alimentaria por los metales pesados que están en los peces y el agua que bebemos y, en una violencia sistemática contra quienes defendemos nuestro hogar«.
A principios de agosto se celebrará en Belén la Cumbre Amazónica. Allí, los líderes gubernamentales se reunirán para debatir cómo proteger la región, reforzar la gobernanza indígena y proteger los valores medioambientales. Para conseguirlo, los pueblos indígenas han puesto en marcha la iniciativa Amazonia por la vida: Protejamos 80% al 2025. En ella se incluye la necesidad de suspender las inversiones en combustibles fósiles como un pilar fundamental para lograr proteger su tierra.
Kuiru lo tiene claro: «Los bancos, financieras y empresas que invierten en la región y cuyas utilidades se derivan de la explotación petrolera son cómplices de la muerte de nuestros líderes, de nuestras culturas y formas de vida. Exhortamos a los mayores inversionistas de la banca a salir de la Amazonia de forma inmediata».
Tomado de: https://www.climatica.lamarea.com/bancos-financiacion-fosil-amazonia/