“Desde que entró la empresa, mis hermanos recelan de mí pero, ¿quién sabía que iba a ser tan malo? Es muy triste que vengan las petroleras a hacernos pelear entre los compañeros de la comunidad y las familias”. Quien se lamenta llorando, con la voz entrecortada, es Wilson Ochoa, líder de la comunidad Kichwa Llanchama del Parque Nacional Yasuní (PNY) en Ecuador, una de las regiones más biodiversas del mundo y declarada reserva mundial de la biosfera por la ONU en 2008. “Nos ofrecieron trabajo para la gente, becas para los estudiantes de secundaria y grado superior. Hubo muchos ofrecimientos, pero no nos han cumplido”, añade Ochoa.
Las consecuencias de la explotación petrolera para las comunidades que habitan en la Amazonía ecuatoriana no son un mal nuevo: en los años cincuenta del siglo XX los misioneros americanos entraron en contacto con los waoranis y abrieron el camino para que las compañías petroleras se hicieran con la explotación de sus tierras. En la actualidad, el 68% del territorio, hogar de unas 12 tribus, ha sido dividido por las compañías. Ochoa se rindió a las ofertas que les hicieron el Gobierno y las multinacionales, pero en esta lucha constante por preservar su hábitat, hay un pueblo que se mantiene firme y desafiante frente al petróleo: los waoranis, protagonistas de Lanzas por todas partes, una película del director Christopher Walker, que clausura este jueves el Another Way Film Festival, celebrado desde el pasado 22 de octubre hasta hoy en Madrid en formato presencial y online por la pandemia.