Amazonía: estudio advierte que el 10% de la selva podría convertirse en un ecosistema más seco y degradado para el año 2050

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MONGABAY
7 de marzo, 2024

 

  • Los científicos que elaboraron el informe advierten que al menos el 10 % de la Amazonía corre un alto riesgo de convertirse en un ecosistema más seco y degradado para 2050, mientras que el 47 % enfrenta un riesgo transicional moderado.
  • El artículo, publicado en Nature, utilizó evidencia recopilada por investigadores de campo que ya han observado cambios en la selva tropical como respuesta al aumento de temperaturas, las sequías extremas, los incendios y la deforestación.
  • Estos puntos de inflexión regionales podrían llevar a un daño estructural del bioma a menos que la humanidad controle el calentamiento global, detenga la deforestación y comience a restaurar partes degradadas de la selva tropical, dicen los autores.
  • La posibilidad de que la Amazonía alcance un punto de no retorno o de inflexión, después del cual ya no sería considerada como una selva tropical, se ha discutido desde la década de los noventa cuando los primeros artículos que abordaron el tema fueron publicados por los científicos Carlos Nobre y Thomas Lovejoy. Desde entonces, otros investigadores han analizado el asunto. En 2018, por ejemplo, se publicó un emblemático estudio  que delimitó un umbral de deforestación del 20 al 25 %, después del cual el punto de inflexión sería inevitable. Hasta ahora, se ha perdido el 13 % del bioma, según el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP), una organización sin fines de lucro con sede en Estados Unidos.Ahora, un grupo de 24 científicos ha dado un paso importante en tratar de predecir no solo cuándo, sino también cómo ocurrirían estos grandes cambios en un paisaje tan complejo. “Los primeros artículos sobre puntos de inflexión utilizaban modelos de transición relativamente simples que relacionaban la temperatura, la lluvia, el clima y el bosque”, dice a Mongabay, Gilberto Câmara, exdirector del Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil (INPE). “Es como si te dijera: ‘Estoy en Nueva York y puedo ir a Washington’, sin decirme cómo vas a llegar. Los artículos originales eran como la teletransportación. Este artículo ya es un intento de decirte qué rutas (tomaría el punto de no retorno)”.
    Un fragmento de selva talada en la andinoamazonía colombiana, en el departamento de Putumayo. Foto: Natalia Pedraza.

    La , publicada por la revista Nature el 14 de febrero, utilizó evidencia de campo y factores de perturbación como carreteras, temperatura y eventos extremos de sequía para señalar las extensiones de la selva tropical más susceptibles de convertirse en otro tipo de paisaje. Para evaluar cómo el cambio climático podría afectar el curso de los eventos, los autores utilizaron modelos de predicción del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de las Naciones Unidas.

    Concluyeron que el 10 % del bioma tiene un potencial relativamente alto de transición a un ecosistema más seco, degradado y menos biodiverso, que ya no podría considerarse un bosque tropical. Estas áreas están principalmente en Guyana, Venezuela, Colombia y Perú. Además, el 47 % del bioma tiene un potencial de transición moderado (de no retorno), incluyendo partes relativamente remotas de la Amazonía central.

    Para predecir el futuro, los científicos recurrieron a la amplia literatura de investigadores de campo que han estado observando cómo diferentes partes de la Amazonía están reaccionando a factores de presión como el aumento de temperaturas, los incendios y la deforestación. “Ya tienes cambios que apuntan a puntos de inflexión regionales”, dice Marina Hirota, profesora de la Universidad Federal de Santa Catarina, en Brasil, y una de las autoras principales del estudio. La investigación también fue liderada por Bernardo Flores, de la misma universidad, entre múltiples coautores.

    El artículo de Nature enumeró tres posibles ecosistemas post-punto de inflexión que ya son una realidad en algunas partes de la Amazonía y que podrían extenderse a otras áreas si no se hace nada para detener la deforestación y controlar el calentamiento global: el bosque degradado, que es un ecosistema pobre dominado por especies nativas oportunistas; el ecosistema de dosel abierto degradado, hogar de palmeras y especies tolerantes al fuego; y la sabana de arena blanca, donde predominan los árboles de sabana y las plantas herbáceas nativas.

    Además, el término “sabanización”, utilizado en los primeros artículos sobre puntos de inflexión, se está abandonando gradualmente. “El Cerrado [la sabana brasileña] tiene la tasa de biodiversidad más alta de cualquier sabana tropical del mundo, así como una enorme cantidad de carbono almacenado en el suelo”, señala a Mongabay, Carlos Nobre, quien coescribió el artículo de Nature. “Este ecosistema en el que se convertiría la Amazonía puede verse parecido al Cerrado, pero no tiene la misma biodiversidad y almacena muy poco carbono”.

    Estos cambios en el paisaje amazónico resultan de la adaptación de las plantas a ecosistemas más secos. “La capacidad de adaptación del bosque es tener menos árboles y reducir su composición florística”, asegura Marlena Quintanilla, directora de investigación y conocimiento de la ONG ubicada en Bolivia Amigos de la Naturaleza. “Como resultado, hay menos alimento y frutas silvestres. Todavía no tenemos respuestas precisas sobre cómo está cambiando la biodiversidad como resultado de este cambio en el bosque”.

    En 2023, una sequía récord ha asediado la Amazonía. Al menos 228 delfines de agua dulce han muerto en lagos conectados a ríos, posiblemente por el exceso de calor. Esta foto fue tomada el 2 de octubre de 2023. Imagen cortesía de Miguel Monteiro/Instituto Mamirauá.
    En 2023, una sequía récord golpeó a la Amazonía. Al menos 228 delfines de agua dulce murieron en lagos conectados a ríos, posiblemente por el exceso de calor. Esta foto fue tomada el 2 de octubre de 2023. Imagen cortesía de Miguel Monteiro/Instituto Mamirauá.

    Las comunidades humanas amazónicas ya sienten el cambio climático y el avance de la deforestación. En 2023, una sequía histórica asociada con intensos incendios forestales dejó ciudades enteras envueltas en densas nubes de humo. “Han sido tres semanas de lucha para respirar. El humo está en todas partes, haciendo que incluso las tareas más simples, por ejemplo, dormir, sean una batalla por tener buen aire”, tuiteó en octubre del año pasado la científica Érika Berenguer, que investigael impacto de los incendios en la Amazonía.

    “Los ecosistemas se adaptarán a las nuevas condiciones, pero el mayor impacto será en los productores locales y las comunidades locales”, comenta Quintanilla, quien también destacó los efectos de un colapso amazónico en las economías de los países y la producción de alimentos.

    Además de albergar más del 10 % de la biodiversidad terrestre del planeta, la selva tropical almacena una cantidad de carbono equivalente de 15 a 20 años de emisiones globales de CO2. Un estudio de 2021, sin embargo, mostró que el sureste de la Amazonía ya se había convertido en una fuente de carbono debido a incendios y deforestación.

    “Se pierde la biodiversidad, cambia la forma en que el bosque funciona en términos de cuánta agua libera y cuánto carbono almacena. Con estas situaciones, se presenta un mecanismo que mantiene a estos ecosistemas atrapados en otro estado. Esto ya está sucediendo”, señala Hirota.

    Al cruzar factores como temperaturas, sequías extremas y proximidad de carreteras, los investigadores indican qué partes de la Amazonía son más susceptibles de convertirse en otro tipo de ecosistema para 2050. Imagen cortesía de los autores de “Transiciones críticas en el sistema forestal amazónico”, publicado en Nature.
    Al cruzar factores como temperaturas, sequías extremas y proximidad de carreteras, los investigadores indican qué partes de la Amazonía son más susceptibles de convertirse en otro tipo de ecosistema para 2050. Imagen cortesía de los autores de “Transiciones críticas en el sistema forestal amazónico”, publicado en Nature.

    Un daño estructural

    Incluso las áreas intactas del bosque, lejos de los puntos críticos de deforestación, ya están reaccionando a lo que los científicos llaman puntos de inflexión regionales. “Los procesos de la Amazonía están conectados”, dice Quintanilla, refiriéndose a la humedad generada por la evapotranspiración de los árboles —la forma en la que el agua pasa a la atmósfera por transpiración de las plantas— y llevada a otras partes del bosque por el viento. Si hay una mortalidad intensa de árboles en un lugar, significa menos agua para el resto del bioma.

    “En la Amazonía boliviana, hemos visto una mayor mortandad de árboles adultos y una caída en la producción de nueces. Estas áreas intactas, donde no se está llevando a cabo la deforestación, están siendo impactadas por lo que está sucediendo en otras partes de la Amazonía”, señala Quintanilla, quien vive en la ciudad boliviana de Santa Cruz de La Sierra.

    Los autores destacaron que Brasil posee el 60 % del área del bioma amazónico y es el mayor proveedor de lluvia para los países amazónicos occidentales. Hasta un tercio de la precipitación total anual en los territorios amazónicos de Bolivia, Perú, Colombia y Ecuador depende de la porción brasileña de la selva amazónica. “Hay una conectividad internacional y debe haber una mayor discusión sobre cómo las políticas relacionadas con la deforestación en Brasil afectarán el clima en otros países hacia el occidente del país”, dice Matt Finer, especialista senior en investigación y director de MAAP.

    Gracias a esta conectividad, el avance de los puntos de inflexión regionales podría llevar al colapso de todo el bioma, como predijeron los primeros estudios sobre el tema. “Es como el cuerpo humano”, ejemplifica Hirota. “Si un órgano comienza a colapsar en un punto, luego otro comienza a colapsar en otro y después llega un momento en que tienes múltiples fallas y no hay forma de sostener el sistema”.

    Vista aérea de las zonas deforestadas en La Lindosa, Guaviare, Colombia, en el 2019. Foto: Jorge Contreras

    Para evitar este escenario, el estudio señaló ciertos umbrales que no se pueden cruzar. La temperatura, por ejemplo, no puede aumentar más de 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales, como establece el Acuerdo de París. “Mantener la resiliencia del bosque amazónico depende, en primer lugar, de la capacidad de la humanidad para detener las emisiones de gases de efecto invernadero, mitigando los impactos del calentamiento global en las condiciones climáticas regionales”, explica el estudio.

    Para frenar la tendencia, la deforestación no solo debe detenerse de inmediato, sino que los países amazónicos deben restaurar al menos el 5 % del bosque destruido. “Tenemos que tomar una gran parte de estos casi 2 millones de kilómetros cuadrados que han sido deforestados y degradados y crear enormes proyectos de restauración forestal”, dijo Nobre.

    Crear nuevas áreas protegidas y territorios indígenas también es crucial para evitar el colapso de la selva tropical más grande del mundo. “Casi la mitad de la Amazonía se ha mantenido gracias a áreas indígenas y protegidas. Es importante que los territorios indígenas no se conviertan en islas, como está sucediendo”, recomienda Quintanilla. “No podemos proponer soluciones sin los actores locales”, agrega Hirota.

    *Imagen de portada: Un agente del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (IBAMA, por sus siglas en portugués) observa árboles talados ilegalmente dentro del Bosque Nacional Jamanxim en 2014. Foto cortesía de IBAMA.

    *Referencia de los estudios:

    Lovejoy, T. E., & Nobre, C. (2018). Amazon tipping point. Science Advances, 4(2). doi:10.1126/sciadv.aat2340

    Flores, B. M., Montoya, E., Sakschewski, B., Nascimento, N., Staal, A., Betts, R. A., … Hirota, M. (2024). Critical transitions in the Amazon forest system. Nature, 626(7999), 555-564. doi:10.1038/s41586-023-06970-0

    *Esta historia fue publicada originalmente en inglés en Mongabay.com

Tomado de: https://es.mongabay.com/2024/03/amazonia-estudio-ecosistema-seco-degradado-2050/