Según datos de RAISG y WCRC, al 2020, el 58 % del carbono forestal en la Amazonía está almacenado en territorios indígenas y áreas naturales protegidas.
Los bosques amazónicos representan un rol fundamental para el mantenimiento de servicios ecosistémicos como la formación de suelos que permiten la seguridad alimentaria, la regulación del clima y el mantenimiento de la biodiversidad. Además, los bosques permiten la captura y retención de dióxido de carbono (CO₂), evitando que este gas de efecto invernadero contribuye al calentamiento global.
Los territorios indígenas son espacios ancestralmente ocupados por pueblos originarios reconocidos por leyes nacionales e internacionales como el Convenio 169 de la Organización Intencionalidad del Trabajo (OIT), y la Declaración de Brasilia, que fortalece y promueve el diálogo entre gobiernos y los pueblos indígenas amazónicos para promover la investigación científica y tecnológica.
Según datos de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) y Woodwell Climate Research Center (WCRC), al 2020, el 58 % del carbono forestal en la Amazonía está almacenado en territorios indígenas y áreas naturales protegidas; sin embargo del 2003 al 2020, la Amazonía ha perdido 1,152 millones de toneladas métricas de carbono (MtC) que equivalen al carbono almacenado al 2020 en la Tierra Indígena Yanomami en Brasil (1,248 MtC) y toda la Amazonía ecuatoriana (1,342 MtC).
De acuerdo a la Plataforma Intergubernamental sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), los pueblos indígenas gestionan la recolección de frutos y semillas, la pesca, la caza de animales terrestres y otros usos de especies silvestres en más de 38 millones de km² de tierra en 87 países. Asimismo, estima que el 15% de los bosques mundiales son gestionados por las propias comunidades y pueblos indígenas. Sin embargo, hoy se enfrentan a crecientes amenazas, como la invasión de sus territorios, el avance de la frontera agrícola, la minería y la construcción de infraestructura, lo que tiene consecuencias negativas para su salud y bienestar.
Vigilancia y monitoreo para conservar la Amazonía
Los bosques de la Región Amazónica Ecuatoriana son afectados por el cambio climático, pero también por la deforestación, minería ilegal, tala ilegal, explotación de hidrocarburos, entre otras presiones. Estas amenazas ponen en peligro los 10,3 millones de hectáreas que almacenan más de 1,300 millones de toneladas de carbono (MtC), según estudios de la RAISG y WCRC. Asimismo, estos análisis determinaron que más del 80 % del carbono forestal está almacenado en territorios indígenas y áreas naturales protegidas y también dio señales de alerta de pérdida de 5 millones de toneladas de carbono entre 2003 y 2020.
“Trabajamos con equipos técnicos utilizando los saberes locales y la información satelital para comparar cambios históricos a lo largo del tiempo que analicen el aumento y pérdida del carbono forestal en la Amazonía», señaló Carmen Josse, directora ejecutiva de la Fundación EcoCiencia durante un encuentro con representantes indígenas y técnicos, en la provincia de Pastaza, Ecuador, que se realizó en junio organizado por el proyecto Ciencia y Saber Indígena por la Amazonía, implementado por la RAISG, la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) y Woodwell Climate Research Center (WCRC)
En esa línea, destacó la importancia de los territorios indígenas para la conservación del carbono forestal que “actúan como una barrera para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero como medida global para luchar contra el cambio climático”.
Con la intención de conservar la Amazonía, el pueblo Waorani – que abarca las provincias de Napo, Pastaza y Orellana en Ecuador- , está constituido por alrededor de 59 comunidades, sin delimitación formal entre ellas y que en su diversidad de nacionalidades se encuentran Waorani, Kichwa, Shuar y grupos mestizos. Destaca por realizar acciones de monitoreo participativo comunitario como estrategia de defensa territorial y fortalecimiento de la gobernanza indígena para la toma de decisiones. Los equipos de monitores, conformados por veedoras y veedores comunitarios del equipo de la NAWE (Nacionalidad Waorani del Ecuador), utilizan tecnología geoespacial para realizar registros de presiones y amenazas para monitorear sus bosques.
“Estamos trabajando con los equipos territoriales conformados por jóvenes, quienes recorren puntos críticos de las comunidades del territorio Waorani haciendo monitoreo comunitario de manera diaria, semanal y quincenal levantando informaciones sobre amenazas en las tres provincias; Pastaza, Napo, y Orellana que compartimos con los indígenas aislados”, señaló Juan Bay, líder y presidente de la nacionalidad Waorani.
El territorio Waorani abarca 85 comunidades reconocidas por el estatuto de la NAWE y forma parte del Parque Nacional Yasuní, una de las zonas más biodiversas del planeta. Sin embargo, durante los últimos años los Waorani han enfrentado la construcción de vías para actividades hidrocarburíferas, que genera deforestación, pérdida de hábitats, contaminación de agua y fragmentación de suelos, entre otros efectos.
Según estudios de RAISG y WCRC, la Amazonía peruana almacena más de 10,400 MtC. Más del 60% del carbono forestal se concentra en territorios indígenas y áreas naturales protegidas. Entre el 2003 y 2020, los estudios registraron una ganancia de 33 MtC.
Sin embargo, la deforestación persiste a nivel nacional presionando territorios indígenas como es el caso Kakataibo, ubicado entre Ucayali y Huánuco.
El vasto paisaje de 15 mil km², que incluye la Reserva Indígena Kakataibo, creada para proteger a los pueblos en situación de aislamiento y contacto inicial, enfrenta constantes amenazas debido al avance de la frontera agrícola y ganadera, la expansión de vías y caminos forestales, el tráfico de tierras y el cultivo ilegal de coca.
A pesar del papel crucial que desempeñan los territorios indígenas en la conservación en los países amazónicos, el 48% del área está bajo presión, según un estudio de la RAISG (2020). Ante esta situación, el pueblo Kakataibo ha decidido monitorear el territorio a través de comités de control y vigilancia forestal. Estos comités revisan los permisos de aprovechamiento forestal en las comunidades nativas, con la autorización de las gerencias regionales para el control forestal y de fauna silvestre.
En respuesta a las amenazas, se ha establecido la guardia indígena para proteger y vigilar los límites comunales. Además, se están elaborando planes de vida para las comunidades, promoviendo actividades económicas sostenibles como la siembra de cacao, la crianza de animales menores, la reforestación, la artesanía y el turismo.
“Necesitamos proteger todo el territorio. Por eso tenemos comités de vigilancia, nuestra propia guardía indígena”, explica Edson Mego, técnico indígena de la Federación Nativa de Comunidades Kakataibo, del Perú, que junto a representantes de comunidades indígenas y aliados luchan por la seguridad de sus tierras y la vida de sus defensores indígenas.
“Con los datos que manejamos (como los de deforestación), hacemos incidencia a nivel regional porque un tema pendiente es la titulación de comunidades y fortalecimiento de nuestras capacidades y el desarrollo de nuestras comunidades”, señaló Mego.
Manejo de fuego en el territorio Xingú
El territorio Xingú forma parte de los 423 millones de hectáreas que conforman la Amazonía brasileña, formando parte del Parque Indígena Xingú y de tres tierras indígenas: Wawi, Batovi y Pequizal do Naruvôtu. Sus bosques almacenan más de 46,000 millones de toneladas de carbono, cantidad representativa en la región.
Sin embargo, enfrenta un problema constante: Brasil es responsable del 94% de la pérdida de carbono en la región amazónica fuera de los territorios indígenas y áreas naturales protegidas, debido a la flexibilización de leyes ambientales. Esta situación se debe a la deforestación causada por construcción de vías para el transporte de madera ilegal, además de la contaminación de los ríos por agrotóxicos, sumado a los constantes incendios forestales para siembra de monocultivos.
Así, en 2019, el gobierno federal paralizó el Plan de Prevención y Control de la Deforestación en la Amazonía. Como consecuencia, en 2020, el 99 % de la deforestación fue consecuencia de actividades ilegales (ver El papel de los territorios indígenas en la conservación del carbono forestal). Frente a esta situación, las poblaciones del territorio Xingú, de Brasil, se organizan para contener la explotación de recursos naturales mediante acuerdos internos entre etnias y asociaciones involucradas. Estos acuerdos buscan mejorar las prácticas de uso de fuego entre los distintos pueblos que comparten el territorio. Utilizan técnicas de prevención y manejo de incendios con el apoyo de agencias estatales y realizan campañas educativas para fomentar la conciencia y la colaboración comunitaria.
“Para realizar la vigilancia del territorio Xingú, usamos GPS, drones, información geográfica y datos de carbono. pero también nos basamos en la comunicación interna como equipo y también con representantes de las comunidades, y llegamos a acuerdos que los beneficie también, y a la vez les permite proteger sus bosques”, señaló Ricardo Abad, técnico del Instituto Socioambiental.
Manejo de bosques comunales
La Amazonía colombiana abarca 50,6 millones de hectáreas y almacena casi 6,100 millones de toneladas de carbono. Dentro de esta vasta región se ubica el territorio indígena Mirití Paraná, un área de 1336 millones de hectáreas en el departamento de Amazonas con presencia de población indígena perteneciente mayoritariamente a los pueblos Yukuna, Tanimuka, Matapí, Makuna, Cabiyari, Miraña, Letuama y Maku. Hoy en día esa valiosa diversidad cultural se ve amenazada por la minería ilegal, proyectos de compra – venta de bonos de carbono a través del mecanismo REDD+ con poca claridad de beneficios para los indígenas y otras presiones externas.
Para el caso de Ecuador, la vicepresidenta, Norma Nenquimo, de la comunidad Waorani de Obepare, ubicada en la provincia de Pastaza, destaca la importancia de impulsar emprendimientos con materiales elaborados a partir de productos de la biodiversidad como cúrcuma, vainilla, maní, entre otros. Sin embargo, hace hincapié en la necesidad de impulsar este tipo de iniciativas con enfoque de sostenibilidad. “El gran desafío que tenemos en la comunidad es dar continuidad a los emprendimientos con productos del bosque, pero necesitamos un mayor acompañamiento de las instituciones que están trabajando en nuestro territorio”, mencionó Nenquimo.
Para los pueblos indígenas, el equilibrio de sus comunidades y el bosque amazónico se refleja en el orden de sus territorios que garantiza su cosecha, caza y calidad de vida. Por su dependencia de frutos, peces y mamíferos, el deterioro de sus bosques podría significar el deterioro de su propio bienestar.
“Los gobiernos nacionales deben poner sus ojos en la Amazonía, y deben entender que tenemos sitios sagrados que cuidar, que pescamos, que hacemos “chagra”(*) de manera colectiva. Somos nosotros los protectores de la naturaleza”, señaló Albino Letuama, representante legal del territorio indígena Mirití Paraná que ve en el propio sistema de conocimiento ancestral de su territorio y los resguardos indígenas los mejores instrumentos para su defensa y su supervivencia. “A través de nuestro conocimiento y nuestro propio sistema organizativo, podemos garantizar nuestra soberanía alimentaria para poder vivir en paz, en armonía”, añadió.
La supervivencia de los pueblos indígenas en la Amazonía depende de la existencia de los bosques y la calidad de servicios que brinda. Por ello, resulta fundamental impulsar estrategias locales para fortalecer el rol de los territorios indígenas a partir de conocimientos y saberes que propicien la participación plena de pueblos indígenas, con pleno conocimiento de sus derechos y apoyados por actores públicos y privados a nivel regional, nacional y local. Así, se podría garantizar territorios indígenas seguros para una Amazonía más protegida y resiliente.
DATOS
El proyecto Ciencia y Saber Indígena por la Amazonía fomenta el intercambio de conocimiento entre técnicos indígenas, especialistas y comunidades en general, quienes implementan diversas estrategias locales como vigilancia y monitoreo de bosques, manejo forestal comunitario, entre otras. Su labor se centra en la conservación de bosques en cuatro paisajes piloto de Brasil, Colombia, Ecuador y Perú, que abarcan diferentes tipos de territorios indígenas. El objetivo es poner este conocimiento a disposición de otros actores en la Amazonía para su uso y difusión.
(*Cultivo de alimentos realizado por mujeres indígenas, que fortalece la recuperación de ecosistemas degradados. Es una estrategia de captura de carbono y mitigación del cambio climático.)