En el valle del Upano, al sur de la Amazonía, esta “ciudad perdida”, desenterrada en 1978, desvela complejos asentamientos interconectados que abarcan unos impresionantes 300 km². Inicialmente consideradas formaciones naturales, estas estructuras se vieron afectadas por la construcción de carreteras. Alejandra Sánchez, arqueóloga española con una década de dedicación a la investigación de este patrimonio, subraya la imperiosa necesidad de un plan integral de preservación, trascendiendo los límites de la mera investigación.
En 2015, respaldado por un proyecto estatal, Sánchez y otros arqueólogos emplearon tecnología de vanguardia para identificar alrededor de 7.400 montículos con diversas formas geométricas. No obstante, la inspección reveló que algunos de estos montículos habían sucumbido ante la implacable maquinaria moderna, afectados por la construcción de carreteras.