Vistazo
Ecuador
11 de diciembre, 2020
Queremos que apaguen los mecheros porque están causando cambio climático, están afectando a nuestros territorios ancestrales”, dijo uno de los demandantes. Foto: EFE
Ancianos de una comunidad indígena en la Amazonía de Ecuador presentaron el jueves una demanda sin precedentes contra una petrolera china, por daños que han provocado cambio climático en su entorno de la reserva natural del Yasuní.
Se trata de la primera ocasión en la que se presenta un recurso que pide una acción de protección en el país que vincula directamente el cambio climático con las actividades petroleras.
Aunque los afectados aseguran que no es la única empresa responsable de provocar el cambio climático, han dirigido la demanda contra la firma de capital chino Petroriental, que explota el denominado bloque 14 del Yasuní, considerado territorio ancestral waorani.
“La Comunidad Miwaguno presentamos esta demanda en calidad de víctimas porque hemos visto alterado para siempre nuestro modo de vida. Nuestra subsistencia misma está amenazada como consecuencia del cambio climático”, reza una síntesis del escrito presentado en un tribunal de Francisco de Orellana.
En el centro de la disputa se encuentra la quema de gas asociado al petróleo a través de los denominados mecheros, que emiten a la atmósfera dióxido de carbono, el Gas de Efecto Invernadero (GEI) más importante, menciona la demanda.
“Esta emisión ha alterado la concentración de GEI en la atmósfera, provocando un cambio climático a nivel global”, añade.
DEMANDA POR CAMBIO CLIMÁTICO
La acción se ha enfocado en el cambio climático provocado por los mecheros de las explotaciones petroleras, explicó a Efe el abogado que representa a los demandantes, Pablo Fajardo.
De ahí la relevancia de que los que encabezan la demanda sean los ancianos de la comunidad, que pueden dar fe como testigos de ese cambio que se viene produciendo en las últimas décadas por efecto de las explotaciones.
“Ellos pueden testificar cómo era la vida antes de los mecheros y como es la vida hoy. No es un tema de contaminación ambiental, es un cambio estructural en la vida y en la selva directamente”, refirió el letrado.
Los “pikenanis” (ancianos waoranis) acudieron a la Justicia ecuatoriana, esta vez para censurar la afectación al cambio climático mediante la quema de ese gas nocivo.
“Queremos que apaguen los mecheros porque están causando cambio climático, están afectando a nuestros territorios ancestrales”, declaró a Efe uno de los demandantes y líder de la comunidad de Miwaguno, Juan Enomenga.
Este mayor waorani denunció que del 100 % de lo sembrado en las chacras (pequeñas fincas rurales), apenas cosechan el 50 %, a lo que se suma la inseguridad por el agua sucia, que en muchas ocasiones se ven obligados a hervir para poder beber.
“El viento lleva (el gas) hasta acá y contamina el agua que estamos tomando, porque acá no tenemos agua potable. El olor también está llevando a los animales muy lejos”, describe la situación.
Su compañera y jefa guerrera de la comunidad originaria, Juana Baihua, describe los efectos de la contaminación y el cambio climático provocados por la sempiterna llamarada encendida de las explotaciones: “Dolor de cabeza, cuerpo, estómago, tos, diarrea”.
“Hace enfermedad, daño al cuerpo, por eso estamos demandando. Algunos se sanan y algunos se mueren”, resume esta dirigente waorani.
Al tratarse de una acción de protección, la autoridad judicial debe convocar una audiencia en el plazo de ocho días para analizar la cuestión en esta primera instancia, aunque los asesores legales no descartan recurrir, si fuera necesario, hasta la Corte Constitucional.
PUEBLO GUERRERO
Los Waorani, una de las 14 nacionalidades y 18 pueblos originarios reconocidos en Ecuador, no llegan a los 5.000 miembros y se reparten en un amplio territorio que abarca las provincias de Pastaza, Napo y Orellana.
El año pasado obtuvieron en el campo judicial una “gran victoria, protegiendo más de 180.000 hectáreas” del desembarque de las compañías petroleras en sus tierras ancestrales.
Se trata de una nación dedicada a la pesca, la caza, la recolección de frutos y plantas medicinales que hasta medio siglo atrás era completamente nómada y que solo con el “contacto” de misioneros evangelistas estadounidenses comenzó a asentarse en pequeñas comunidades clánicas.